Rodeados de una aridez extrema, estos valles bien ganados tienen sus nombres. Los precipicios del Valle de la Muerte son inmensos, impresionantemente bellos, vistos de donde estábamos se veían bastantes peligrosos. Es un poco difícil explicar lo que produce. Vale la pena su visita. En cuanto al Valle de la Luna, los cracks de sus piedras te ponen de punta los pelitos de la nuca. Eso sí, son rarísimas las formaciones que produce la sal que se junta en el lugar.
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