viernes, 29 de febrero de 2008

La Bella Iruya









Uno se pregunta si falta mucho para llegar, despues de transitar un camino de singular belleza como todos los que anteceden, porque no se puede creer lo que la vista va absorviendo y haciendo que se guarde en la memoria. Y de repente, allá esta, el campanario con su cupula celeste resalta y es como un inmenso mojon que te dice "llegaste". Tuve unas horas para recorrerla, y realmente quede maravillado, con sus calles angostas, escalonadas, sus casas con colores tan contrastantes, y como no debe faltar en ningún lugar de nuestro bendito país, una canchita de fulbito, para once eso sí, nada de andar con cosas chicas...
La iglesia es de una belleza particular y la encargada de cuidar, Felipa, si no recuerdo mal su nombre, tiene una dulzura igual o mayor a los caramelos que te pide. Eso sí, si llegan hasta ese lugar, suban al mirador, imposible no visitar y no pensar como vive esa gente en esos lugares remotos...

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